domingo, 10 de julio de 2016

Posibles soluciones a la problemática del Matoneo o Bullyng.

Antes de dar inicio con las posibles soluciones, recordemos el caso:






El Matoneo o Bullyn se derrota con el  trabajo en equipo entre padres, colegio y compañeros.




De acuerdo a las encuestas e investigaciones, de cada 10 niños creen que responder pasivamente ante las agresiones en el colegio no es una opción. Y la cifra aumenta a cinco cuando se trata de responder ante apodos desagradables, burlas o mentiras que se dicen sobre ellos.
Así lo indican los resultados de las pruebas Saber 3°, 5° y 9° ya que este tipo de pruebas no solo contempla la parte académica intelectual,  sino también la parte psicológica y comportamental del estudiante, contemplada desde sus competencias ciudadanas.  Los niveles de intimidación no resultan des-estimables si se tiene en cuenta que en el grado quinto un 37 por ciento de los estudiantes ya asegura haber sido víctima, mientras que un 22 por ciento confiesa haber asumido el rol de agresor en al menos una ocasión.
El mapa nacional en este tema no es homogéneo. Existen regiones mucho más complejas que otras. En Tumaco, Apartadó y Turbo, por ejemplo, la tasa de quienes se declaran ‘víctimas’ llega al 48 por ciento.
El conocido matoneo o bullying no es una simple agresión, sino que se trata de una serie de ataques que se repiten en el tiempo y, a veces, por años.
Tiene que ver con un des-balance de poderes, que no resulta atribuible a un niño difícil, sino a todo el grupo de estudiantes del salón de clase.
La intimidación no solo afecta el clima escolar, sino que genera que los menores perciban como inseguros sus colegios. Un 30 por ciento de los encuestados admiten que evitan pasar por algunos lugares del plantel y un 16 por ciento dejen de ir al colegio para evitar ser molestados. Esto llegan al extremo de  que hay niños que no van al baño o no tomar refrigerio alguno en la cafetería por temor a ser agredidos.


A pesar de que el informe muestra que más de la mitad de los niños fueron testigos de una agresión y de estos casi la misma proporción dijo “ponerse en los zapatos” de la víctima y sentirse mal por la situación, vale la pena cuestionarnos con la siguiente pregunta:
¿qué impide a los niños actuar?  y ¿que medidas se beben tomar para reducir estas actitudes?
La respuesta más viable a esta pregunta, seria recaer la responsabilidad sobre los niños autores o víctimas de los hechos, pero en realidad, si se parte solo de eso, nunca se llegara a una solución, porque, también está la responsabilidad de los padres y profesores para contribuir a una solución para este tipo de problemas.

Buscar quién tuvo la culpa y adelantar castigos o procedimientos disciplinarios solo genera resentimientos, rabias y ganas de vengarse. Lo acertado, en el caso del victimario, es enseñar a asumir la responsabilidad y a reparar el daño”.
Para trabajar en la erradicación del matoneo o bullyng, se deben ejercer dos acciones importantes:
Dialogo de los  padres con los hijos.


En primer lugar ,los padres deben estar ejerciendo monitorio sobre sus hijos, deben estar atentos a las señales de alerta,  si un niño pierde con frecuencia sus útiles, no tiene amigos, cambia de ánimo sin razón aparente o no quiere ir a clases, hay que empezar a indagar sobre qué puede estar ocurriendo. Generalmente, la agresión escolar es un asunto soterrado y no es fácil de percibir por los adultos.
La mejor vía para que los menores hablen sobre las situaciones por las que pueden estar pasando es un diálogo permanente. “Una forma de lograr que los niños sean sinceros y abiertos es generar con ellos un clima de confianza. Si los padres se abren, y hablan sobre su día a día y de cómo se sienten sobre ciertas situaciones, lograrán que los niños hagan lo mismo”
Frente a una agresión, los padres deben guiar a sus hijos a responder de manera asertiva. Es decir que los niños puedan desarrollar habilidades que les permitan pararse bien, mirar a los ojos y responder en torno firme y respetuoso a su agresor: “Por favor, no me llame de esa manera, que me molesta”
Responder pasivamente, alejándose de la situación, no es una salida. Y responder aplicando el viejo refrán de “ojo por ojo”, solo ayudará a perpetuar el círculo de la violencia. De acuerdo con los expertos, si un niño grita o insulta, solo estaría mostrando su grado de vulnerabilidad.
Activar los protocolos correspondientes del caso.
Un segundo lugar,  hablar con el colegio y con los docentes para que activen los protocolos que exige la ley de convivencia escolar. En el salón de clase, es el maestro quien debe involucrar a los demás.
Así mismo,  el poder de los compañeros que observan es vital para frenar la agresión, por lo tanto se les debe inculcar que ante la agresión a otro compañero no se deben callar, porque  “Si ellos no actúan se está enviando el mensaje de que está bien. Pero si se involucran, el victimario ya no se sentirá tan fuerte”.
Reforzar en los niños la idea de que no están solos y que se pueden defender sin necesidad de agredir, resulta clave.
Es importante que las instituciones educativas a través de su docentes orientadores realicen talleres o escuelas de padres e hijos donde se le aprenda a dar manejo a emociones, como la rabia, permite que tanto padres como hijos “respiren, se calmen, no busquen culpables y ayuden a construir soluciones que permitan terminar con la agresión tanto en los hogares como en las aulas de clase” retomo algo que recalque en el trabajo del momento cuatro “recordemos que nuestros hijos son el reflejo de la educación que reciben de en casa”.

Y estas son algunas vías para actuar de manera efectiva:
  • Tenga una buena comunicación con sus hijos y recuérdeles que no está bien que los maltraten. Tómelo en serio.
  • Cuente con una línea directa con el colegio y exija que en él se active el protocolo que establece la ley de convivencia escolar.
  • Implemente juegos de roles en la casa, que les permita desarrollar habilidades para responder de forma asertiva ante situaciones de agresión.
  • En este caso el colegio  deben realizar talleres y llevar ejemplos de vida, para que el estudiante pueda reflexionar.
  • Si su hijo es victimario, no entre en la lógica de justificar la agresión, más bien oriéntelo a desarrollar empatía hacia la persona que está agrediendo.
  • Evite los castigos, los regaños y la lógica revanchista.
  • Si su hijo es víctima, evite hablar con los padres de los agresores, porque puede generar una reacción negativa. Acuda al colegio.

Bibliográfica.


Por
Martha Lucía Núñez López.
52205154
Ética - 100001A_289
100001_38
Diego Alejandro Botero

Universidad Nacional Abierta y a Distancia UNAD
CEAD Bucaramanga
Ciencias de la Educación (ECEDU)
10-07-2016